El pasado sábado 7 de noviembre de 2020, se celebró en Valencia la última de las pruebas de la Copa del Mundo de Triatlón. Cuando un/a deportista compite a este nivel, y más si se trata de una última prueba, su vida gira entorno a ese día, a ese momento. Y con su vida me refiero a que han tenido que viajar al extranjero para competir, han dedicado tiempo, esfuerzo y dinero en llegar ahí, han hecho una elección que seguramente han tenido que defender ante quienes no la entienden… En resumen, han puesto pleno foco en ello.
Esta focalización se incrementa según se acerca el día de competición, y los días previos (entre los 3 y los 10 días previos) suelen ser cruciales. Estos/as triatletas viajaron días antes a Valencia, en parte porque es conveniente llegar con tiempo para aclimatarse, y en parte por la situación COVID, dado que es imperativo para poder estar en línea de salida haber dado negativo en las pruebas COVID que se estimen convenientes y, por tanto, necesitas realizarlas con cierta antelación.
Instituto Salud y Deporte fuimos los encargados de realizar esos tests previos de aquella competición internacional y, por tanto, los que comunicábamos si iban a poder competir o no. Pero lo más duro fue comunicar a los/as dudosos/as que debían confinarse en el hotel hasta tener los resultados de la PCR, que llegarían con el tiempo justo.
Esta es una circunstancia que pone a prueba la mentalidad del/la deportista, su capacidad mental para mantenerse “en competición” durante esa espera, sin poder entrenar, arriesgándose a perder la condición física óptima con la que había llegado.
En estas ocasiones, la capacidad de mantenerse focalizado, de no perder el “para qué” está allí, de utilizar la visualización para sustituir entrenamientos y para mantenerse en situación de competición (tensión y activación), es crucial. En fin, todo un reto añadido que marca una verdadera diferencia, porque ahora más que nunca, no gana el/la más preparado/a físicamente, sino el/la más equilibrado/a.